Las tarjetas de crédito
💳 Hace algún tiempo escribí en el blog el artículo «Las tarjetas de crédito las carga el diablo… o no».
Si no lo has leído, te recomiendo que lo hagas antes de seguir con esta edición, pues es la base de la reflexión de hoy y te ayudará a empatizar con mi punto de vista.
Si por alguna casualidad no quieres leerlo, está bien, no soy tu padre y esto no son lentejas. 😉
Siempre he llevado mis tarjetas de crédito al día, sin tener que pagar jamás una comisión o interés por el dinero prestado. Con un control adecuado de la economía corriente puedes aprovechar las ventajas de tenerlas sin pagar un sobreprecio por ello.
Pero claro, eso no es precisamente lo que desea el banco de turno, por lo que no debo ser un buen cliente de crédito… ni siquiera me han dado un pin de cliente del mes, ni ná. Qué sosos. 🤷♂️
Sea como fuere, después de algunas conversaciones con otras personas y de escuchar sus situaciones me he dado cuenta de que soy poco menos que un bicho raro, y las tarjetas de crédito son aún más peligrosas de lo que creía en manos inadecuadas.
Te planteo una pregunta retórica para poder entrar en calor: si desearas tener un dinero para emergencias, pongamos mil euros para redondear… ¿Qué preferirías?
Una tarjeta sin comisiones de mantenimiento con 1.000 € de crédito, a elegir entre VISA o Mastercard.
Una cuenta corriente separada de la tuya con 1.000 € de saldo. Sin comisiones también.
Te dejo dos segundos más para pensarlo…
Si tu respuesta ha sido la número 1, o incluso si piensas que las dos opciones son iguales, esto es para ti.
Una tarjeta de crédito es un trozo de plástico que nos facilita el acceso a deuda de la manera más sencilla posible, no es muy distinta a los famosos créditos pre-aprobados de nuestros bancos que de vez en cuando nos inundan el correo electrónico.
Por lo tanto, es una manera (bastante inteligente, por cierto) de eliminar barreras para que pidamos dinero prestado a la entidad bancaria, con un primer objetivo de que nos hagamos adictos a esta forma de consumo, y un segundo objetivo, bastante probable, de que no podamos devolverlo a tiempo y poder cobrar intereses por la demora.
Tú lo sabes igual que yo, el banco te dice:
«—¿No quieres una tarjeta de crédito? Te puede venir muy bien».
En el mejor de los casos no tiene comisiones, te la regalan.
Como la primera papelina del camello de la esquina.
«—Solo tienes que usarla tres veces el primer mes para entrar en un sorteo increíble».
Una dosis no es suficiente, dos tampoco. A la tercera estás enganchado/a. Jackpot.
Siempre que contraemos deuda lo hacemos con algún riesgo asociado. Es por eso que, retomando la pregunta anterior, la opción de tener ahorrados 1000 € siempre será una mejor decisión. Incluso por una razón mucho menos comercial: por simple psicología humana.
Nos cuesta mucho más ingresar que gastar y, por lo tanto, nos cuesta mucho más deshacernos de nuestro dinero ahorrado pagando a tocateja, que gastar «en 6 cómodos plazos» el dinero a crédito… total, ya lo pagaremos con el esfuerzo del futuro, ¿no? 🙃
Cuando hablamos de finanzas y economía hay un factor bastante importante a tener en cuenta, le podemos llamar la incertidumbre.
Aquí viene la reflexión de hoy: más vale prever y tener una mínima preparación, que verlas venir y nos salga el tiro por la culata. La vida nos depara sorpresas que nos pillarán con el pie cambiado (¿hola pandemia mundial?), pero estaremos en mejor posición sin «deudas por capricho» como son habitualmente las de tarjeta de crédito.
Si quieres saber alternativas a la deuda de tarjeta de crédito encontrarás varias en el artículo que te comenté al principio (enlace de nuevo).
🤓 Una última curiosidad: ¿sabías que los establecimientos SÍ están en su derecho de pedir un monto mínimo al pagar con tarjeta? Eso sí, tienen que anunciarlo mediante cartelería en un lugar a la vista del consumidor (más info). Qué cosas.